domingo, 5 de julio de 2015

Simas del Picón

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar


Habíamos oído hablar de los espectaculares techos de excéntricas que albergan las simas del picón, así que decidimos emplear el domingo en visitarlas antes de volver a Madrid. Como el día anterior salimos pronto de la Travesía Risco - Oñite, aprovechamos la tarde para ir a buscar las bocas. Lo que pensábamos que sería tarea fácil de menos de una hora, se convirtió en una lucha enzarzada entre pinchos, garrapatas y una pendiente que dejaba sin aliento a cualquiera. Después de pasar unas horas buscando alrededor de las coordenadas GPS que llevábamos, decidimos cambiar a la ladera de enfrente, donde el único dato del que disponíamos (un árbol seco se encontraba próximo a las mismas), hizo que diéramos con ellas.
El domingo a primera hora ya nos encontrábamos allí. Tras cambiarnos, no todo lo tranquilos que habríamos querido debido a la presencia de los perros sueltos de un vecino de la zona, pusimos rumbo a sendos agujeros. En pocos minutos alcanzamos las simas. Carlos comenzó a instalar, no sin antes reasegurar la cabecera con otro nuevo spit. 


Desde la base de las simas podemos observar la luz incidente de las dos grandes aberturas.


Sorprende la magnitud inicial de las galerías con altísimos techos. 




Tras andar cómodamente durante un tiempo, encontrándonos bastantes formaciones, 


 

llegamos a un paso estrecho entre columnas y coladas por donde soplaba el aire.


Decidimos continuar, aunque no teníamos muy claro si por allí encontraríamos las famosas excéntricas.

Tras pasar la estrechez y avanzar un poco empezamos a visualizar las primeras excéntricas, las cuales aumentan en cantidad y tamaño conforme vamos avanzando por la galería. 



Es realmente impresionante ver tantísimas formaciones juntas y las formas y giros que tienen muchas de ellas. Perdimos la noción del tiempo haciendo fotos a la vez que vamos avanzando. 



Llegamos a un punto donde la galería se abría en una gran sala con un pozo al final de la misma. Como no llevábamos cuerda, decidimos darnos la vuelta. 

El camino a la calle se nos hizo corto, y tras una pausa para recobrar algo de fuerzas,


subimos la cuerda que nos llevaba al exterior fascinados por haber disfrutado de esta gran maravilla que esconden las simas del Picón.