sábado, 27 de octubre de 2012

Sima Manuel Mozo

Participantes: Carlos Heras, Raúl Camacho y la que escribe, Pilar Carrasco


La mañana se despertó con lluvia y aún así decidimos ir a Valsalobre para probar suerte… teníamos ganas de cueva y nos conformábamos con que la lluvia nos dejara la tregua suficiente como para cambiarnos de ropa y aproximarnos a la boca de Manuel Mozo.  
Salimos muy pronto de Madrid para llegar a eso de las 10 a Valsalobre. Y así fue, a las 10 estábamos en Villanueva de Alcorón, pero como parecía que no iba a dejar de llover decidimos parar a desayunar en el bar.
Por fin sobre las 10:30 se abrió un claro y salimos escopetados hacia el camino forestal que lleva a la sima. Evitando charcos, llegamos al lugar donde dejar los coches. A los 10 minutos de llegar, mientras sacábamos el material e íbamos cambiándonos de ropa, otro grupo llegó y dejó el coche a nuestro lado. Nos preguntaron que qué sima íbamos a hacer, y al decirles que Manuel Mozo, les cambió la cara. Cachis! Querían hacerla ellos también, pero bueno, decidieron cambiar de plan y hacer la sima de Boca Quemada.
Ya vestidos y con el material en las sacas, nos dirigimos a la boca de Manual Mozo, en 15 minutillos andando estábamos allí.


 
 Empecé a instalar el primer pocete de 6 metros de la entrada. Detrás de mí iba Carlos y siguiéndole Camacho.



Una vez todos abajo, continué con el pozo de 90 metros, intentando desviarme lo más posible a la izquierda para hacer más pequeño el péndulo de acceso a la ventana.



El pozo es perfecto e impresionante,



no se ve el final. Sigo avanzando por la pared evitando roces y comprobando los spits, que algunos estaban pasados de rosca.


Por fin veo la ventana…haciendo peripecias, consigo llegar a ella. La verdad es que me lo imaginaba más difícil, pero una vez allí no es para tanto jeje.



El acceso al siguiente pozo de 40 m se lleva a cabo trepando un pequeño resalte con sumo cuidado, porque apenas hay repisa para instalar la cabecera.

En el principio del pozo la cuerda roza, pero no me di cuenta hasta bajados unos metros.



Así que me tocó cambio de aparatos y volver a subir. Finalmente una inmensa Y evitó el roce y con ella, llegué directa al suelo. Además, lo más deprisa posible porque el pozo era regado.



Una vez en el suelo nos dirigimos hacia el meandro. Destrepamos el resalte de 4 metros e iniciamos el meandro. Pero al ver la estrechez y rugirnos las tripas, decidimos comer y dejar el meandro para otro día con más tiempo.

Después de llenar el estómago, empezamos a subir. Nos quedaban 130 metros de cuerda que ascender. Esta vez Carlos se quedó el último para desinstalar. Y Camacho y yo íbamos los primeros.

Cuando por fin salimos a la calle estaba anocheciendo y hacía muuuucho frío. La luz del día nos dio el tiempo justo para llegar a los coches, donde nos esperaban unas cervecitas que Camacho había traído como recompensa, qué majo!! Y qué poco duraron!! Había que calmar el frío de alguna manera, jejeje.

sábado, 6 de octubre de 2012

Sima Llenca del Serrano


Participantes: Carlos Heras, Pilar Carrasco y Carlos Aranda


Después de hacer la sima del Campillo, nos dirigimos a la Llenca, la cual tiene un pozo volado de 48m que directamente te deja en la base de la cueva. 

 

Al igual que en el Campillo, empezamos a recorrer la sala, pero esta vez buscando un paso estrecho que desemboca en otra sala más pequeña y llena de formaciones. 






 Al final es Carlos quien lo encuentra, ya que lo recordaba vagamente de la anterior vez que visitó esta sima. 




Aunque estrecho, lo atravesamos sin dificultades y disfrutamos de las columnas y otras formaciones de esta salita, haciendo Pilar experimentos con su cámara y la luz de los cascos. 





Regresamos a la sala principal y comenzamos a ascender hacia la salida, quedándome yo al final para desmostar. Decido atar la cuerda a la saca, y tirar de ella desde la boca, ya que el pozo es tan limpio, que es casi imposible que se enganche y de esta forma subo mucho más cómodo. 
 
Ya fuera los tres, nos cambiamos y volvemos a Tous,  donde nos tomamos una cervecita fresquita en el bar de la plaza.

Lo que más me ha llamado la atención de estas dos simas, es que gracias a la luz natural que reciben desde la boca de entrada, puedes apreciar el inmenso tamaño de sus salas, algo que es imposible en la gran mayoría de cuevas, porque la luz de nuestros cascos no es suficiente para iluminar las profundidades de la tierra.


Sima del Campillo


Participantes: Carlos Heras, Pilar Carrasco y Carlos Aranda


Después de un viaje un poco accidentado, cruzando campos de naranjos, gracias a mi maravilloso GPS, llegué al pueblecito de Tous sobre las 10:30, donde me esperaban Pilar y Carlos desde hacía un buen rato. 

Así que, sin más dilación, nos encaminamos a la Llenca del Serrano, en la que encontramos dos vías instaladas en la boca ¡se nos había adelantado otro grupo! Por suerte, la boca del Campillo está a apenas 2 km de la Llenca, así que decidimos encaminarnos a ella y dejar esta última para más tarde.

El paisaje que nos encontramos es un poco desolador, ya que unas semanas antes un incendio ha arrasado varias hectáreas alrededor de la boca de la cueva. 




Comienza Carlos a instalar, y en pocos minutos, estamos descendiendo por el magnífico volado de 52 m que nos deja en la espectacular sala de 300.000 m3, y que gracias a la luz que se filtra desde la boca de entrada, nos deja intuir sus dimensiones. 








Vamos recorriéndola, disfrutando de sus formaciones. Primero por la zona de abajo para luego ir subiendo hasta encontrar el famoso “alien”, donde nos entretenemos haciéndonos unas fotos. 









Encontramos la colonia de murciélagos que piden no molestar a partir de octubre.




De pronto, vemos como aparece una cuerda por el pozo de entrada y oímos voces. 



Son el grupo que estaba en la Llenca, que nos pide permiso para utilizar también nuestra cuerda para bajar. Una vez abajo, charlamos un poco con ellos y aprovechamos sus dos vías para subir, colgándonos cada uno de una cuerda y subiendo sincronizados, de forma que en veinte minutos, estamos los tres fuera. Recogemos y volvemos a los coches, donde comemos un poco para coger energías y “atacar” a la Llenca del Serrano.