sábado, 7 de enero de 2017

Torca Artekona - Sala Marlene

Participantes: Carlos, Rober y la que escribe, Pilar


El día amaneció con una helada brutal sobre Ramales, aun así, el frio no nos quitó las ganas de ir a Galdames. Habíamos quedado con Rober del AEM Trasmiera para ir a hacer una visita a la Torca Artekona. Teníamos un objetivo claro, la Sala Marlene. Según habíamos leído en algún blog se trataba de una impresionante salita repleta de excéntricas de gran blancura y por ello constituía uno de los rincones más bellos del complejo.
Como es habitual en este deporte, la información es inversamente proporcional a la belleza de la cueva (entendible en parte para evitar que se destruyan tan impresionantes lugares, problema que se solucionaría apostando por la educación y el civismo en la espeleología, algo que se antoja lejano ahora mismo). Por ello no poseíamos nada de información, imágenes vistas en algún video y poco más. Sabíamos que había que bajar una gran vertical y luego intentaríamos visitar la parte fósil, llevábamos pocas esperanzas de encontrar la sala, pero muchas ganas :).

El viaje a Galdames se nos hizo corto, y más contemplando la impresionante helada que cubría los campos. Habíamos echado unas cuantas cuerdas grandes...no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. La boca ya la habíamos buscado previamente, por lo que aparcamos y en 20 minutillos estábamos en la torca. El simple hecho de asomar la cabeza nos empañó las gafas y el objetivo de la cámara, la torca emanaba un calor tremendo en comparación con el ambiente gélido del exterior. Carlos comenzó a instalar un primer pozo que conducía a la cabecera de un pozo mucho mayor, en el cual debíamos pendulear para acceder a una ventana lateral. Y así hicimos.


Esta ventana daba a unas galerías fósiles. Comenzamos a visitarlas encontrando grandes conjuntos de formaciones nada más comenzar. 


Tras algunas horas, encontramos una galería con formaciones bastante bonitas y tan blancas que eran casi traslúcidas. Empleamos un tiempo en hacer alguna fotillo e hicimos una paradita para comer.

 


Después de la parada continuamos con la búsqueda de la Sala Marlene, y tras 9 horas, cuando ya dábamos todo por perdido, una pequeña intuición femenina dio con la impresionante sala. Contemplar tanta maravilla junta en tan pocos metros cuadrados fue emocionante. Pena que las fotos no hagan justicia de ello (y menos cuando la cámara me pide una jubilación). Dentro de la sala nos preguntábamos cómo podían seguir en pie tan frágiles marañas de excéntricas teniendo tan cerca las explosiones de la cantera...











Tras cientos de fotos sobre la sala, siempre respetando el balizado, decidimos tomar el camino hacia el exterior dejando todo cómo nos lo habíamos encontrado (regla número 1 de la espeleología).

Desmontamos el pozo y regresamos a los coches. El día había sido duro, pero nos íbamos satisfechos, con unas imágenes en la mente que serían difíciles de olvidar.