Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco
Domingo de resaca postcurso, las agujetas de los cursillistas se hacían presentes. Sin embargo el buen día con el que nos habíamos despertado animaba a realizar alguna actividad. Así que decidimos asomarnos a la boca de la Sima del Campo para ver si era posible realizarla. Al llegar comprobamos que el sumidero estaba totalmente seco así que nos pusimos manos a la obra.
Ya la misma boca impresiona, con sus tres pequeños agujeros. Cuando desciendes por uno de ellos parece que estas accediendo a otro mundo. La vegetación y el juego de luces creado por los rayos de sol que entran por sendos agujeros, convierten la sala inicial en un habitáculo espectacular.
Evitamos el pozo Skat dejándolo pendiente para una siguiente visita a la cavidad y continuamos por la sucesión de pequeños pozos y pasamanos atléticos, tónica general de toda la sima, hasta llegar con el último pozo de 12 m a suelo firme.
