Participantes: Carlos Heras, Gabri y la que escribe, Pilar Carrasco
Hacía cinco años que no visitábamos esta clásica travesía.
La última vez apenas llevaba unos meses disfrutando de este fascinante deporte
y me apetecía volver a visitarla con la mirada más detallista que te
proporciona la experiencia.
Aunque habíamos madrugado, una serie de contratiempos nos
hizo llegar algo tarde a Secadura. De allí pusimos rumbo a Solórzano para coger
la pista hormigonada antes de llegar al pueblo. El camino era conocido, dejamos
el coche a un lado del mismo, picamos algo y tras preparar las sacas, nos
dirigimos hacia la boca de Sol Viejo. Nos costó un par de vueltas encontrarla,
la cantidad de vegetación crecida en los últimos días hacía desorientarse a
cualquiera.
Una vez en la boca, cogí la delantera y dejé a Gabri el
cometido de ir poniendo y tirando de cuerda, esta vez a Carlos le dejaríamos
disfrutar. La entrada a Sol Viejo es grande, y desemboca una corta galería que
lleva a un pozo de 19 metros, en el cual hay que realizar dos tiradas de cuerda
para recuperar la misma.
Un toldo de plástico recubre la colada del suelo en el último tiro para evitar los roces. El pozo te sitúa en la base de una gran sala en forma de rampa, de la que parten cuatro caminos evidentes.
Un toldo de plástico recubre la colada del suelo en el último tiro para evitar los roces. El pozo te sitúa en la base de una gran sala en forma de rampa, de la que parten cuatro caminos evidentes.
Como la travesía es más bien cortita, decidimos desviarnos y
tomar el camino rampa de la izquierda que conecta con la sala "Brain Cell
Hall" y continuar por la galería "Viaje Rápido" para disfrutar
de las bonitas formaciones que aparecen en este sector de la cueva.
Tras una cuantas fotografías, retomamos nuestros pasos para volver a la base del pozo de 19 metros y tomar, en esta ocasión, el camino de la derecha ascendiendo por una gran colada con la ayuda de una cuerda en fijo. La galería toma grandes dimensiones en esta zona, y tras avanzar un poco nos encontramos con el siguiente pozo de 20 metros. Lo descendimos y tomamos dirección contraria a la que llevábamos para llegar a otro pozo de 20 metros.
Aunque la base de este pozo es una cómoda y concrecionada galería, para continuar con la travesía es necesario introducirse por un pequeño agujero con curso de agua que te sitúa en una galería meandriforme y desfondada en algunos puntos.
Continuamos por ella, y tras bajar un pequeño pozo y algunos resaltes recién equipados, llegamos a la sala del Campamento, de suelo liso. Nos tomamos un pequeño respiro y continuamos por las galerías "Chocolate Crunch Series"...
...hasta llegar a la cuerda en fijo de subida del pozo de 23 metros. Tras subirlo, aparece la luz del exterior y notamos ese característico "olor a calle" que tanto nos gusta. Otro pequeño pozo nos deja en la estrecha boca de Rayo de Sol que como si de un parto se tratase, te expulsa al exterior con movimientos casi contorsionistas.
Tras una cuantas fotografías, retomamos nuestros pasos para volver a la base del pozo de 19 metros y tomar, en esta ocasión, el camino de la derecha ascendiendo por una gran colada con la ayuda de una cuerda en fijo. La galería toma grandes dimensiones en esta zona, y tras avanzar un poco nos encontramos con el siguiente pozo de 20 metros. Lo descendimos y tomamos dirección contraria a la que llevábamos para llegar a otro pozo de 20 metros.
Aunque la base de este pozo es una cómoda y concrecionada galería, para continuar con la travesía es necesario introducirse por un pequeño agujero con curso de agua que te sitúa en una galería meandriforme y desfondada en algunos puntos.
Continuamos por ella, y tras bajar un pequeño pozo y algunos resaltes recién equipados, llegamos a la sala del Campamento, de suelo liso. Nos tomamos un pequeño respiro y continuamos por las galerías "Chocolate Crunch Series"...
...hasta llegar a la cuerda en fijo de subida del pozo de 23 metros. Tras subirlo, aparece la luz del exterior y notamos ese característico "olor a calle" que tanto nos gusta. Otro pequeño pozo nos deja en la estrecha boca de Rayo de Sol que como si de un parto se tratase, te expulsa al exterior con movimientos casi contorsionistas.
Bonita travesía que nunca defrauda. Sólo nos quedaba la
empinada rampa de subida hasta el coche para poder disfrutar de unos
refrigerios bien ganados.