Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Pilar y el que escribe, Rubén
Tras buscar información sobre este característico hallazgo,
llegamos a la conclusión de que busques donde busques o leas lo que leas, las
coordenadas de la boca de dicha mina son erróneas. Pero por fin seguimos la
pista de un dato verídico…por más que se intente esconder, más cabezón se pone
uno en buscar hasta que lo encuentra.
Llegamos al parking donde habíamos quedamos con nuestros
amigos del Trasmiera para ver y fotografiar las galerías de la mina. Con una
pequeña descripción, comenzamos a buscar las bocas de la mina, no podían estar
muy lejos dado que las indicaciones nos separaban 100 metros, hasta que dimos
con ellas.
Teníamos la posibilidad de acceder a las galerías de la mina
por varias entradas artificiales, pero decidimos entrar por la que se necesitaba
instalación y que veíamos más estable.
Una vez en la base del pozo, nos adentramos hacia la galería
minera y en la bifurcación decidimos primero recorrer la parte izquierda.
Después de andar un poco, encontramos el magnífico río de
leche. Es aquí donde nos ponemos a las órdenes del gran equipo fotográfico,
Anita Sobrino y Juan Argos, el cual nos deleita con sus impresionantes
fotografías.
Tras realizar la visita al río, intentado ir continuamente
en oposición para conservar el blanco natural y no alterarlo levantando el lodo
inferior, retrocedemos e inspeccionamos varios niveles de galerías.
Pequeña mina que esconde una gran belleza en su interior,
sin duda un lugar obligado de visitar.