sábado, 4 de octubre de 2014

Cueva del Tobazo

Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Rubén y la que escribe, Pilar 


Desde hacía tiempo nos habían recomendado la visita a esta cueva que aunque se trata de una cavidad de poca dificultad técnica (hasta el primer sifón) posee una espectacular belleza, así que no dejamos pasar más tiempo. 

Salimos de Madrid/Azuqueca hacia Villaescusa de Ebro el mismo sábado, ya que la cueva no tiene desarrollo suficiente como para ocupar un día completo, salvo que nos equipemos con el equipo de buceo (que, aunque algunos ya hacemos nuestros pinitos en buceo, todavía es pronto para aplicarlo a la espeleología). Tras tres horas de viaje, con despiste de Tomton incluido, llegamos a la pradera donde dejaríamos los coches. El reloj marcaba las 11 de la mañana. 

Nos dirigimos hacia la conocida cascada del Tobazo, a pie de la cual aparece un sendero que sube hacia la parte superior de la misma donde se encuentra la boca, a una media hora de los coches aproximadamente. Aprovechamos una zona anterior a la cueva repleta de pequeñas cavidades para ponernos el neopreno y una vez preparados, nos sumergimos en el agua embalsada de la característica boca del Tobazo, a disfrutar!


Desde un principio la cueva te sorprende por la cantidad de agua y el color azul turquesa de la misma. 



Nos encontraremos unos primeros resaltes equipados con cuerda fijas y con escalones de hierro a modo de ferrata en los que no necesitamos aparatos verticales. 

Pasado un primer tramo un poco más enmarañado, 


las galerías se vuelven amplias y rectilíneas, alternando tramos a nado con tramos a pie.




Nos encontramos pocas pero impresionantes formaciones. 







Y tras pasar alguna zona más estrecha y otras zonas de galería con techo bajo llegamos al sifón I donde visualizamos el cable guía. 












Los dientes se nos pusieron largos, bucear esas aguas tan azules y cristalinas debe ser una pasada, quizá para un futuro no muy lejano...

No tardamos en darnos la vuelta hacia la salida, pues el agua helada empezaba a notarse a pesar de llevar el neopreno. Y en algo más de una hora volvimos a ver la luz del día. Una visita muy recomendable que sin duda volveremos a repetir.