sábado, 5 de julio de 2014

Cueva de la Leze

Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Vannesa, Jorge y la que escribe, Pilar


Descubrimos esta cueva-barranco hace algo más de un año por casualidad. Estábamos por la zona escalando vías de varios largos, cuando en uno de esos largos nos encontramos con el equipador de las vías que estaba reinstalando una cabecera. Hablando con él salió el tema de que practicábamos espeleología y barranquismo, y fue cuando nos indicó la existencia de una cueva-barranco muy próxima donde además la gente accedía a la boca haciendo un volado de 60 metros...en cuanto oímos eso los ojos se nos pusieron como platos y nada más terminar de escalar fuimos a buscar dicho tesoro. Lo que vimos nos impresionó tanto que marcamos la actividad como obligatoria y nos prometimos no tardar más de un año en realizarla.

Pasó el tiempo y por fin se alinearon los astros para ir un fin de semana a Egino, localidad donde se encuentra la Cueva de Leze. Había habido tormentas los días anteriores, y teníamos miedo de encontrar el barranco con demasiado agua, así que preguntamos a los guías de la zona los cuales nos dijeron que estas aguas le habían venido muy bien al barranco, que ya andaba muy seco últimamente. 

El sábado madrugamos con la idea de acabar pronto e intentar hacer algún barranco por la tarde. Nos dirigimos desde Egino hacia Llarduia y cogimos el desvío hacia Leze, donde dejamos el coche en el parking. Antes de equiparnos, dimos un vistazo al agua que salía por la boca de salida, no parecía mucha...así que manos a la obra. Tras equiparnos comenzamos con la aproximación. En media hora aproximadamente llegamos a la brecha de Koloxka, un agujero natural en mitad de la pared que conecta directamente con la Hoya de la Leze y que se encuentra unos 10 metros por debajo una cruz de hierro. Desde el agujero las vistas son impresionantes y el volado perfecto de 54 metros pone los pelos de punta a cualquiera. 



Como no, Carlos se lanza el primero a equiparlo, y uno a uno vamos bajando. 




La sensación de estar colgado a mitad de pared con toda la Hoya de Leze delante de ti es indescriptible. 



Y cuando tocas suelo pareces haber entrado de repente en un bosque de hadas, la cantidad de vegetación y los árboles centenarios recrean un ambiente de ensueño. 



Una vez todos en el suelo, seguimos bajando por rampas bastante empinadas y embarradas hasta encontrar el siguiente rápel cuya cabecera estaba en un árbol. Y así uno tras otro fuimos bajando todos los rápeles de acceso hasta encontrarnos de frente con la boca de entrada de la cueva de Leze. 



Y la preciosa cascada que vierte su agua a la misma.



La boca es una agujero vertical enorme, muy semejante al agujero de salida y la oscuridad y el frío que desprende parece sumergirte en el abismo. Ya dentro del barranco-cueva únicamente nos quedaba ir descendiendo sus resaltes y sus rápeles por zonas donde las paredes se estrechaban para luego volverse a ensanchar. 



No hicimos ningún salto, pues no había suficiente agua para ellos. Y en un par de horas empezamos a divisar de nuevo la luz de la calle aunque todavía nos quedaban algunos pequeños rápeles por descender. 



Finalmente, un pequeño resalte entre hierros de una antigua pasarela te deja en la grandísima boca de salida que se puede ver desde la carretera. Travesía de gran belleza sobre todo por el acceso a la Hoya de Leze por la brecha de Koloxka y muy recomendable pues sorprende gratamente ya que para nada esperas encontrar lo que ves.