Participantes: Carlos Heras, Raúl Camacho y la que escribe, Pilar Carrasco
La
mañana se despertó con lluvia y aún así decidimos ir a Valsalobre para probar
suerte… teníamos ganas de cueva y nos conformábamos con que la lluvia nos
dejara la tregua suficiente como para cambiarnos de ropa y aproximarnos a la
boca de Manuel Mozo.
Salimos
muy pronto de Madrid para llegar a eso de las 10 a Valsalobre. Y así fue, a las
10 estábamos en Villanueva de Alcorón, pero como parecía que no iba a dejar de
llover decidimos parar a desayunar en el bar.
Por
fin sobre las 10:30 se abrió un claro y salimos escopetados hacia el camino
forestal que lleva a la sima. Evitando charcos, llegamos al lugar donde dejar
los coches. A los 10 minutos de llegar, mientras sacábamos el material e íbamos
cambiándonos de ropa, otro grupo llegó y dejó el coche a nuestro lado. Nos
preguntaron que qué sima íbamos a hacer, y al decirles que Manuel Mozo, les
cambió la cara. Cachis! Querían hacerla ellos también, pero bueno, decidieron
cambiar de plan y hacer la sima de Boca Quemada.
Ya
vestidos y con el material en las sacas, nos dirigimos a la boca de Manual
Mozo, en 15 minutillos andando estábamos allí.
Empecé
a instalar el primer pocete de 6 metros de la entrada. Detrás de mí iba Carlos
y siguiéndole Camacho.
Una vez todos abajo, continué con el pozo de 90 metros, intentando desviarme lo más posible a la izquierda para hacer más pequeño el péndulo de acceso a la ventana.
El pozo es perfecto e impresionante,
no se ve el final. Sigo avanzando por la pared evitando roces y comprobando los spits, que algunos estaban pasados de rosca.
Una vez todos abajo, continué con el pozo de 90 metros, intentando desviarme lo más posible a la izquierda para hacer más pequeño el péndulo de acceso a la ventana.
El pozo es perfecto e impresionante,
no se ve el final. Sigo avanzando por la pared evitando roces y comprobando los spits, que algunos estaban pasados de rosca.
Por
fin veo la ventana…haciendo peripecias, consigo llegar a ella. La verdad es que
me lo imaginaba más difícil, pero una vez allí no es para tanto jeje.
El acceso al siguiente pozo de 40 m se lleva a cabo trepando un pequeño resalte con sumo cuidado, porque apenas hay repisa para instalar la cabecera.
En el principio del pozo la cuerda roza, pero no me di cuenta hasta bajados unos metros.
Así que me tocó cambio de aparatos y volver a subir. Finalmente una inmensa Y evitó el roce y con ella, llegué directa al suelo. Además, lo más deprisa posible porque el pozo era regado.
Una vez en el suelo nos dirigimos hacia el meandro. Destrepamos el resalte de 4 metros e iniciamos el meandro. Pero al ver la estrechez y rugirnos las tripas, decidimos comer y dejar el meandro para otro día con más tiempo.
Después de llenar el estómago, empezamos a subir. Nos quedaban 130 metros de cuerda que ascender. Esta vez Carlos se quedó el último para desinstalar. Y Camacho y yo íbamos los primeros.
Cuando por fin salimos a la calle estaba anocheciendo y hacía muuuucho frío. La luz del día nos dio el tiempo justo para llegar a los coches, donde nos esperaban unas cervecitas que Camacho había traído como recompensa, qué majo!! Y qué poco duraron!! Había que calmar el frío de alguna manera, jejeje.