Participantes: Carlos Heras, Pilar Carrasco y
Carlos Aranda
Después de hacer la sima del Campillo, nos
dirigimos a la Llenca, la cual tiene un pozo volado de 48m que directamente te deja en la base
de la cueva.
Al igual que en el Campillo, empezamos a recorrer la sala, pero
esta vez buscando un paso estrecho que desemboca en otra sala más pequeña y
llena de formaciones.
Al final es Carlos quien lo encuentra, ya que lo
recordaba vagamente de la anterior vez que visitó esta sima.
Aunque estrecho,
lo atravesamos sin dificultades y disfrutamos de las columnas y otras
formaciones de esta salita, haciendo Pilar experimentos con su cámara y la luz
de los cascos.
Regresamos a la sala principal y comenzamos a ascender hacia la
salida, quedándome yo al final para desmostar. Decido atar la cuerda a la saca,
y tirar de ella desde la boca, ya que el pozo es tan limpio, que es casi
imposible que se enganche y de esta forma subo mucho más cómodo.
Ya fuera los
tres, nos cambiamos y volvemos a Tous,
donde nos tomamos una cervecita fresquita en el bar de la plaza.
Lo que más me ha llamado la atención de estas
dos simas, es que gracias a la luz natural que reciben desde la boca de
entrada, puedes apreciar el inmenso tamaño de sus salas, algo que es imposible
en la gran mayoría de cuevas, porque la luz de nuestros cascos no es suficiente
para iluminar las profundidades de la tierra.