Participantes: Carlos Heras, Raúl Camacho y la que escribe, Pilar Carrasco
En muchas ocasiones habíamos oído hablar de los largos
macarrones de la Cueva de Llueva y como mucho de nosotros no los conocíamos
decidimos subir el neopreno para Cantabria y visitar esta bonita y entretenida cueva.
Aparcamos el coche en la carretera y nos adentramos en el bosque siguiendo un
caminito que nos lleva a la Cueva de Llueva, la cual es impresionante no solo
por su tamaño sino por la vegetación que la rodea.
La boca de entrada, sin
embargo, es pequeña y hay que hacer una pequeña trepada para llegar a ella.
Una
vez dentro continuamos por un túnel estrecho...
...que desemboca en un paso excavado
y descendente que tras pasarlo te sitúa en la cabecera del pozo de 10 metros.
Tras bajar el pozo, se abre una galería de grandes
dimensiones y cubierta con un caos de bloques. Avanzamos por el caos de bloques
hasta el lago, donde nos ponemos el neopreno para cruzarlo. Una vez cruzado y
con la ropa seca de nuevo, continuamos por la galería hasta llegar a una sala
con largas estalagmitas.
Poco después, un destrepe regado y en estrecho nos
lleva a una zona de galerías más pequeñas que la anterior y que tras cruzarlas
conducen a otra sala de grandes dimensiones, la Sala “The Edge Of Darkness” con
una trepada inicial para acceder a ella. En su parte final se pueden ver
larguísimos macarrones.
A la vuelta, y tras pasar la trepada, accedemos a otra gran
sala “Big Red Knob Room” con un paso estrecho ascendente. En esta podemos
observar estalagmitas rojas y mucho más macarrones.
Tras hartarnos de hacer fotos, nos dirigimos hacia el
exterior,
mbobados todavía por todas las formaciones que habíamos visto. Una
visita, no solo recomendable, sino casi de las obligadas.