Participantes: Carlos Heras, Raúl Camacho y la que escribe, Pilar Carrasco
Tras la incursión en la cueva de Llueva hacía dos días,
decidimos seguir indagando en el sistema de los Cuatro Valles con sus más de 45
km de galerías. Esta vez decidimos hacer una visita a la Cueva de la Hoyuca en
el barrio de la Iglesia de Riaño. No conocíamos la boca de entrada, así que
empezamos por buscarla. Gracias a la ayuda de algún vecino del pueblo de Riaño la encontramos fácilmente, pues se encuentra al lado de un pequeño Museo de la
Leche que resultó ser del amable señor que nos había dado las indicaciones para
encontrar la boca.
Un pequeño destrepe algo delicado nos da la bienvenida a la
cueva, seguido de un laminador con algo de barro. Pasamos algún desfonde y
pronto nos podemos poner de pie. La galerías son pequeñas pero cómodas, hasta
llegar a un punto donde la galería se estrecha muchísimo.
Primero intento pasar yo pero no lo veo claro y retrocedo, Camacho lo intenta y con más fuerza que maña, lo consigue. No voy a ser menos, así que me armo de valor y paso yo también. A Carlos no le convence, y viendo en la topografía que existe un camino pararelo, decide ir por este otro…la verdad es que mirando la estrechez desde fuera acojona.
Primero intento pasar yo pero no lo veo claro y retrocedo, Camacho lo intenta y con más fuerza que maña, lo consigue. No voy a ser menos, así que me armo de valor y paso yo también. A Carlos no le convence, y viendo en la topografía que existe un camino pararelo, decide ir por este otro…la verdad es que mirando la estrechez desde fuera acojona.
Continuamos por las galerías hasta que volvemos a unirnos
los tres más adelante. Poco a poco vamos recorriendo la cueva: cascadas,
galerías
amplias,
alguna zona estrecha,…hasta llegar al río. Aunque lleva poca agua, si queremos continuar tenemos que arrastrarnos por el lecho de gravilla del río, ya que el techo va en disminución hasta acabar siendo un laminador.
Como no nos apetecía mucho mojarnos enteritos, decidimos acabar la aventura y darnos la vuelta. Ya habíamos conseguido nuestro objetivo, meterle mano a esta gran cueva para seguir con futuras exploraciones más adelante. Ahora solo nos quedaba volver al coche, pegarnos una ducha en el albergue y disfrutar del resto del día dándonos un homenaje en nuestra bocatería preferida de Laredo.
alguna zona estrecha,…hasta llegar al río. Aunque lleva poca agua, si queremos continuar tenemos que arrastrarnos por el lecho de gravilla del río, ya que el techo va en disminución hasta acabar siendo un laminador.
Como no nos apetecía mucho mojarnos enteritos, decidimos acabar la aventura y darnos la vuelta. Ya habíamos conseguido nuestro objetivo, meterle mano a esta gran cueva para seguir con futuras exploraciones más adelante. Ahora solo nos quedaba volver al coche, pegarnos una ducha en el albergue y disfrutar del resto del día dándonos un homenaje en nuestra bocatería preferida de Laredo.