sábado, 20 de febrero de 2016

Sima del Caballón I

Participantes: Carlos Heras, Pilar, Iván y el que escribe, Rubén


Últimamente el tiempo no acompañaba mucho para viajar al norte así que decidimos buscarlo yendo hacia el levante. Tras cuadrar los días en nuestras agendas, decidimos realizar la sima del Caballón y si era posible, terminar el fin de semana con la sima Gest.
Parte de los integrantes decidimos bajar el viernes para no pegarnos el madrugón al día siguiente. El sábado quedaríamos con Pilar y Carlos en la localidad de Dos Aguas sobre las 10 horas, los que ya estábamos en el albergue de Terramillares no debíamos madrugar mucho. Aún así lo hicimos para ir adelantando la búsqueda del parking más próximo a la sima del Caballón. Sin embargo, fallamos en nuestro intento ya que había un error en la descripción que habíamos sacado de internet (en un futuro sacaremos más información y no nos centraremos en una única descripción).
Tras reunirnos con Carlos y Pilar en el parking de Caballón y deleitarnos con una procesión de vehículos históricos con los que coincidimos, comenzamos a repartir el material que, como viene siendo costumbre, nos convierte en auténticas mulas en las aproximaciones pues llevamos más sacas que integrantes éramos.
Con todo ello, nos ponemos camino a la boca, nos quedan más de 40 minutos de ascenso por una pista que sale justo enfrente del parking. Nos despistamos con otra boca pequeña que había en los alrededores pero por fin localizamos la sima del caballón. Ahora tocaba disfrutarla.


Habíamos leído que la temperatura de la cueva era algo cálida y lo confirmamos. Nada más hacer el primer cambio de aparatos sentimos una brisa de aire cálido que salía del magnífico   pozo de 59 metros de entrada, 


...dicho pozo lo instalamos en varios fraccionamientos, aunque es bastante limpio como para realizarlo de una sola tirada.



Una vez tocamos suelo, nos encontramos con el punto estrella de la sima, el pasamanos “agárrate que viene curva”, su nombre lo dice todo. 


Varias estrecheces y zonas más anchas de paredes lisas te ponen a prueba. 


No hicimos mucho caso a la topografía de instalación dado que muchos de los spits no estaban en buen estado. Finalizado el infierno del pasamanos, tocaba ver las impresionantes formaciones en forma de coliflor que aparecen por doquier y muy bien conservadas durante todo el pozo de 20 metros, el “Pozo de los Corales”. 


Llevamos mucho cuidado en ese descenso para dejar intactas aquellas preciosas formaciones.




Éste pozo nos sitúa en la cabecera del pozo de 8  metros el cual nos lleva a la “sala Cántabra”. Tras ella nos encontramos el pozo de 10 metros en el cual tuvimos un pequeño contratiempo, uno de los spits de la cabecera tenía introducida una piedra. El spit aparentemente estaba en buen estado y tras saber que varios tramos de caballón fueron reequipados no hacía mucho nos entretuvimos en sacar esa maldita piedra. Una vez sacada, el spit estaba pasado así que equipamos otro nuevo spit de cabecera. 
El descenso de éste pozo nos deja en una repisa en la cual podremos divisar, justo en frente, la cabecera de un pozo ciego por el que no bajaremos. Tendremos que coger una pequeña gatera ascendente la cual nos sitúa en el siguiente pozo de 17 metros. Este pozo nos lleva mediante un péndulo al siguiente de 24 metros en cuya cabecera utilizamos una cinta plana para evitar que el nudo estuviera tocando la pared y trabajase mal.
Ya en la base del pozo deberemos localizar una gatera, tras la cual veremos una cuerda instalada en fijo, la “escalada del rostro pálido” de 9 metros. A partir de aquí empezamos a ver mucho “barruten”, el cual además sentiremos en el siguiente paso, el “paso de la Esthéticienne”. Tras nuestra lucha con el barro llegamos al “Pozo del acojono”, bonito pozo plagado de preciosas formaciones blancas. 




Su descenso nos deja en la Sala del Gran Bloque, llamada así por el bloque que veremos en su base y el cual tendremos que rodear para divisar en la parte alta de una cuesta ascendente y embarrada y en su lado derecho, una pequeña gatera. Ésta tiene una  piedra en su comienzo y solo de pensar que nos convertiríamos en auténticas chocolatinas de barro tras esta gatera, se nos quitaron las ganas de continuar hacia la galería de “Viernes 13 y yo aquí pringao” y el último pozo de 16 metros. Poco a poco desandamos el camino para salir a la calle de noche y con bastante frío, pero disfrutando de la siempre impresionante luna de Valencia.