sábado, 22 de febrero de 2014

Travesía Coterón - Reñada (Ramal Codisera)


Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda y la que escribe, Pilar Carrasco

Ya conocíamos parte de esta travesía, pues la habíamos realizado unos años atrás por el ramal Reñada. En aquella ocasión disfrutamos mucho del sistema y de sus amplias galerías pero la travesía nos supo a poco, así que esta vez teníamos intención de alargarla desviándonos por el ramal Codisera.
Aunque sólo éramos tres los que nos habíamos animado a subir a Cantabria, fuimos en dos coches para poder hacer combinación en la salida. Como de costumbre, el sábado madrugamos y nos pusimos manos a la obra. Dejamos uno de los coches en la salida de Reñada, justo en una explanada muy próxima al camino de vuelta; el otro, al lado de unas casas con ganado y con su piscina particular pero de estiércol. Nos cambiamos como rayos (también para huir rápido de los olores) e iniciamos la subida en busca de la boca. En aproximadamente media hora dimos con ella, 


hicimos una paradita no solo para coger aire sino para disfrutar de las magníficas vistas que se disfrutan desde allí, qué grande Cantabria!


El primer pozo es de 52 metros directos a suelo y que tiene un final en volado. 



Ya en el suelo, recuperamos la cuerda, como siempre, ya no había vuelta atrás.

Desde el primer minuto empezamos a disfrutar de anchas y cómodas galerías. 


En poco tiempo, tras descender el pozo de 13 m, llegamos a la sala Borde del Mundo que rodeamos por la izquierda para evitar el pozo. Poco más adelante encontramos la bifurcación hacía Reñada o Codisera.  Elegimos Codisera como habíamos planeado, más largo que el ramal del pozo de 69 metros y más disfrutón,  y con esta elección pusimos rumbo directo a los meandros y  las gateras…tocaba arrastrarse. 


Las galerías de esta zona tienen bonitas secciones, 


y salvo en alguna ocasión, las dimensiones no son demasiado reducidas. Aunque es la parte más costosa de pasar y también la más conflictiva, no tardamos mucho en cruzarla.

Llegamos a la Sala de los dos sifones, con su pozo de 17 m que no hay que bajar sino bordear. 


Y a continuación nos introducimos en la Galería del Cordón de Bota en cuyo final hay que realizar una trepada que lleva a una gran galería que desemboca a la derecha en el Lago de fantasma. 


Una vez allí, en lugar de cruzar los 50 m de lago por el pasamanos de la izquierda, decidimos poner en práctica nuestros escasos conocimientos de navegación y cruzar el lago con el bote neumático que nos habíamos llevado…somos como niños!



Cruzado el lago, aparecen de nuevo las inmensas galerías, bajando una gran rampa damos con el Borde del Universo y subiendo otra, con el Castle Hall, continuando por un amplio meandro.



Llegados al Callejón de la Sangre, empiezan a aparecer multitud de formaciones de color rojo intenso y que bien merecen una pausa para ser inmortalizadas en varias fotos.



Sin darnos cuenta, llegamos al Duck. No estaba sifonado, pero a su entrada corría un pequeño reguero de agua que nos obligó a algunos de nosotros a mojarnos un poco, a no ser que seas un experto en hacer malabares…ejem.


Pasado el Duck, nos quedaba mancharnos un poco en las piscinas de barro líquido de las galerías que conducen a Reñada...


... y mojarnos al cruzar el agujero soplador. Finalmente, una sala con un pequeño lago nos conduce a la salida. Llevábamos sólo 6 horas de cueva, pensábamos tardar más así que teníamos margen suficiente para salir, cambiarnos, descansar y disfrutar de los encantos Cántabros.