sábado, 10 de agosto de 2013

Travesía Hundidero - Gato


Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Rubén y la que escribe, Pilar.

Tras una pausa de algo más de un mes, volvimos a retomar las actividades espeleológicas en el club. Esta vez pusimos rumbo al sur, concretamente a Málaga, para hacer la travesía de Hundidero – Gato que llevaba preparada desde hacía varios meses debido a todo el papeleo que conlleva el conseguir los permisos para realizarla.

Llegamos el viernes a Ronda donde íbamos a alojarnos, bonito pueblo que atrae a muchos turistas por su conocido “Puente del coño” entre otras cosas. Allí estaban ya Aranda y Rubén esperándonos para cenar.

El sábado nos levantamos muy temprano para aprovechar el fresquito mañanero. La primera parada sería un poco antes de llegar a Benaoján donde dejamos el primer coche. Desde la carretera se divisa la espectacular boca de Gato con su surgencia de agua utilizada por la gente para bañarse. La segunda parada sería unos kilómetros después de Montejaque, en un pequeño descampado. Allí metimos el material y la comida en las sacas y nos enfundamos los neoprenos. 

 

La boca de Hundidero no se ve desde la carretera. Para llegar a ella hay que bajar unas escaleras con barandilla que llegan hasta el nivel de la presa y una vez abajo girar a la izquierda. En ese punto empieza a abrirse una especie de cañón en el que se ve, al fondo, la impresionante boca de Hundidero. 


No nos demoramos mucho en entrar, pues el neopreno estaba haciendo que sudáramos a chorros y estábamos deseando pillar el primer charco de agua (nota importante para el futuro, si repetimos la travesía, ponernos el neopreno dentro de la cueva).



El principio de la travesía es una sucesión de marmitas profundas y rápeles cortitos. 

 

En todo momento te vas encontrando con la ferralla de los trabajos que realizó la compañía eléctrica andaluza para evitar las pérdidas de agua que provocaba el sistema en la presa. Puentes de madera colgantes destrozados, cables, pasamanos antiguos,…de todo un poco. 

 

Más adelante esquivamos el sifón por pasos superiores primero trepando, luego cruzando un enorme gour y después rapelando para volver de nuevo a la galería principal.

 

Continuamos con más marmitas y tramos más secos hasta llegar a la Sala de los Gours. 



Tras pasarla, una amplia galería nos conduce a la Plaza de Toros que es una gran Sala circular donde nos encontramos restos de antiguas vagonetas utilizadas por la compañía eléctrica.

 

Proseguimos hasta la Gran Estalagmita...

 
  y poco después hasta la presa. 

 

Lo siguiente en atravesar es el Cabo de las Tormentas que es una amplia galería inundada donde sopla algo de viento. Al recorrerla te vas encontrando con coladas y formaciones a ambos lados y en el techo de la galería. 


Aprovechamos ésta para probar la nueva barca hinchable del club y comprobar que aguanta el peso de los dos más fuertes (que no más gordos ;P) con equipos incluidos.

 

Después de la pausa, continuamos por la Galería del aburrimiento, en la que las continuas piedras resbaladizas del camino exigen la máxima concentración, es por eso que se hace el silencio durante todo su recorrido y puede resultar aburridísima.


El lago 1100 lo cruzamos sin darnos cuenta prácticamente, pues el agua no nos llegaba ni a las rodillas.
Una vez cruzado hicimos un pequeño descanso para comer algo y tras la comida retomamos el camino hacia “La Pérdida” donde tomamos la galería de la derecha. Nada más salir de ella empezamos a percibir la luz de la calle a lo lejos, aunque todavía quedaba un rato de travesía, lo que da una idea de la inmensidad de la boca de salida.

Por fin llegamos a ella. 


Además de ser enorme, tiene una especie de fuente en su interior, con una cascada que desemboca en un lago.

 

Nada más salir nos encontramos las miradas de un montón de espectadores que nos miraban con asombro. Eran los veraneantes de la zona que habían venido al lago a pasar el día. Aprovechamos para hacer algún que otro saltito desde las alturas y echarnos unas risas.


 
Una vez fuera, nos dirigimos de nuevo a los coches a cambiarnos y a celebrar la travesía con una cervecillas por Ronda.

Se echaba de menos la inmersión en las profundidades tras la pausa forzada de algo más de un mes y esta travesía nos dejó muy satisfechos a todos.