lunes, 2 de abril de 2012

Travesía Valturón - Cueva del Lobo



Participantes: Carlos Aranda, Raúl Camacho, Rubén Gálvez, Eduardo Heras, Pilar Carrasco y el que escribe, Carlos Heras.




En semana santa, como acostumbramos, decidimos subir a Cantabria para hacer alguna de esas travesías tan impresionantes que tanto nos gustan. En esta ocasión queríamos realizar la travesía Cueva de Valturón – Cueva del Lobo, que se trata de la travesía de mayor vertical del famoso sistema del Lobo.

Como siempre, el madrugón es bastante considerable, y a las 7 de la mañana ya estábamos todos arriba dispuestos para la aventura. Tras un copioso desayuno y los preparativos pertinentes (pilas, material personal, sacas de cuerda, comida....), nos dirigimos en dos coches hacia el puerto de la Sía. Ya en el aparcamiento (aproximadamente en el punto kilométrico 15), nos cambiamos de ropa y nos preparamos para la larga aproximación hasta la cueva de Valturón. Una vez en marcha la cosa no parece para tanto, pero los que ya hemos estado en la boca de esta cueva sabemos que el acceso es durillo. Tras hora y media de caminata pasamos a escasos 200 metros de la boca de Torca Fría y Cueva Fría, las cuales pertenecen también al sistema del Lobo y forman parte de la travesía más famosa del sistema…aunque nuestro objetivo se encuentra aun más lejos todavía. 


Media hora después (dos horas desde el aparcamiento) llegamos a la boca de Valturón, la cual tiene un tremendo nevero justo enfrente del pequeño laminador de entrada.




Después de descansar un ratito y colocarnos los equipos verticales, comenzamos la travesía en la cual no habíamos estado nunca ninguno de los participantes, lo que la hacía más emocionante todavía. La entrada nos obliga a reptar por un largo y húmedo laminador hasta que encontramos una zona más ancha a mano derecha. 


Una vez aquí, un corto meandro nos conduce hasta un primer pozo, el cual debemos rodear por la izquierda hacia unas galerías superiores. 


Después de decenas de metros observamos a la izquierda una gran colada que se precipita en un R12 el cual debemos descender. 


 
A partir de aquí comienzan a sucederse los pozos uno tras otro: un pozo de 9 m nos conduce inmediatamente en otro de 18 m, los cuales pueden tener algún aporte estacional, tras estos pozos descendemos un p14 y un p28, en el cual debido a una pequeña confusión tardamos un ratillo ya que por unos segundos pensábamos que ya habíamos llegado al pozo del péndulo. 






En este punto, la travesía continúa por un estrecho conducto conocido como la cloaca, cruzarlo al principio era gracioso pero con el tiempo acabó pasando factura.

Rubén fue el primero en adentrarse en este estrecho conducto. Tras un rato oyendo como se ríe, por fin su voz nos confirma que consigue ver la cabecera del esperado pozo del péndulo. Al escucharle,  le sigo sin pensarlo dos veces. 



 Al principio el arrastrarse por el barro es gracioso, hasta que vi a Rubén convertido en tableta de turrón de almendras, todo su cuerpo era una gran bola de barro muy asqueroso...y si él estaba así quería decir que yo también lo estaba. Una vez juntos, le pregunté por la cabecera del pozo, ya que el sitio donde nos encontrábamos era bastante estrecho y lleno de barro y con él delante no podía ver ninguna chapa donde instalar la cuerda. Pero Rubén me dice: “La cabecera está ahí”, señalando una estrechez de unos 30-35 cm de anchura y además en curva. Creo que mis palabras exactas al ver la estrechez fueron: que cabrón eres como me la has liado…pero sin pensarlo ni un momento comencé a introducir el cuerpo por el estrecho agujero. 


El primer intento fue fallido y tuve que retroceder para quitarme el descendedor ya que este no me dejaba avanzar.  En el segundo intento me percato de que la salida de la estrechez está a unos dos metros y medio del suelo, el cual es una rampa que conduce directamente al pozo. El paso es un pelín delicado, sobre todo para el primero en cruzar, ya que tiene que salir volando y con tanto barro es fácil escurrirse. Mientras consigo cruzar la estrechez con éxito ayudado por Rubén, los demás esperaban su turno con impaciencia, sin saber el gracioso paso que les espera. Ya al otro lado del agujero, tras haber comprobado lo estrecho e incomodo del paso, Rubén y yo decidimos que Aranda  fuese el siguiente en pasar ya que es el más grande de todos y entre los dos le podíamos ayudar. El resto del grupo seguía con sus risas y su cachondeo hasta que oyen la voz de  Rubén llamando a Aranda, el cual cerraba el grupo. La carilla de todos se convirtió en un poema, ya que saben de sobra que esto significa que hay un paso complicado. Como es lógico la cara de Aranda también era un cuadro, pero quitándose los aparatos verticales y con ayuda, cruzó la estrechez como un rayo. Después uno a uno fueron ayudándose y cruzaron el estrecho paso sin complicaciones, mientras desciendo el pozo del péndulo y poco a poco todos me siguen sin problemas. La recuperación de la cuerda en este pozo es bastante delicada pero Aranda lo resuelve sin dificultad para poder proseguir con la travesía.



Tras un pequeño descanso para echar un trago de agua, continuamos la travesía por una corta galería que nos conduce directamente al último pozo, que teníamos entendido era muy problemático para la recuperación de la cuerda. Una vez en el, coloco la cuerda y desciendo lentamente comentando a los demás que no sé ni hacia donde tengo que dirigirme, pero poco después consigo tocar suelo y doy el libre para que los demás me sigan . En este punto todos empezamos a acusar el paso por la cloaca ya que el cuerpo no era capaz de calentar la asquerosa capa de barro húmedo que nos cubría por completo. Cuando todos tocamos el fondo del pozo, comenzamos con la recuperación de la cuerda, que efectivamente era una lotería. Pero aquella vez tuvimos muchísima suerte y todo salió perfecto aunque con dos pequeños enganchones. Desde aquí continuamos salvando un resalte, que debemos trepar para posteriormente destreparlo y unos metros más adelante descendemos por un estrecho agujero que encontramos en el suelo (cuerda fija). Avanzamos sin problemas por un  meandro llamado, “meandro de la báscula”, en el que hay que buscar continuamente la mejor opción para superar las continuas estrecheces. Poco después de abandonar el curso del meandro y tras subir a una repisa por la derecha, con una delicada trepada en sus últimos metros, continuamos por una galería de mayores dimensiones que a la derecha nos conduce a la tremenda “sala de la cabra”. Proseguimos de frente por la gran “galería de los Campistas” que más adelante gira a la derecha entre una zona de bloques hasta la “galería del flysch”. Esta grandiosa galería nos dirige directamente hasta la grieta que a mano izquierda nos conduce al exterior de la cueva del lobo.



Tras 8 horas de travesía nos encontramos en la calle, con un día de niebla que no se parece en nada al que dejamos cuando entrabamos por Valturón. Ya que el clima no acompaña, decidimos apresurarnos para llegar a los coches cuanto antes para que no se nos haga de noche. El camino hasta el coche no es fácil y por desgracia Camacho se hace daño en un tobillo, pero con un poco de ayuda llegamos todos al coche sin problemas. Me parece que lo que viene después no es necesario contarlo pues es un poco lo mismo de siempre: risas, cervezas, comentarios de  las mejores jugadas, etc.



CURIOSIDADES Y ADVERTENCIAS



  - Como curiosidad más significativa, destacar como la única cámara que llevábamos, que es acuática y ha realizado varias travesías con mucha agua y barro, al cruzar la cloaca dejo de funcionar y no volvió en sí hasta que en la calle conseguimos limpiar todo el barro que la cubría por lo que no realizamos muchas fotos.



  - Como advertencia, recordar que tras la cloaca se pasa frío, aunque de costumbre no lo pasemos en otras cuevas, y esto se debe tener en cuenta. Por lo demás recordar que es una travesía de las grandes así que no se debe subestimar.